Repensar el papel de las ramblas y nuestra forma de relacionarnos con ellas
En el Día Mundial del Medio Ambiente, Ecologistas en Acción insta a cambiar la perspectiva sobre las ramblas y ver sus valores ambientales y culturales
JULIO VALDIVIA
ROQUETAS DE MAR
Viernes, 4 de junio 2021, 23:51
Coincidiendo con el Día Mundial del Medio Ambiente la organización Ecologistas en Acción de Roquetas de Mar, EA, ha iniciado una campaña con el propósito de informar y concienciar a la población sobre el papel de las ramblas. Espacios imprescindibles en la geografía costera, estos cauces que en su mayor parte del año permanecen secos, a menudo son ignorados, cuando no despreciados, por vecinos y administraciones, sufriendo numerosas agresiones en forma de acumulación de residuos, encauzamientos que alteran su naturaleza o limpiezas que arrasan con toda la vegetación que forma parte de un complejo equilibrio.
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Juan Miguel Galdeano, uno de los impulsores de la campaña, asegura que «son espacios ignorados, sin valor, para los que los almerienses solo vemos dos funciones: suelo urbanizable, en el mejor de los casos para jardines, y vertedero 'renovable', sobre todo en las zonas agrícolas, porque por más que se tire siempre viene una ramblada que se lo lleva todo y deja el suelo disponible para seguir tirando». Una riada de agua que, recuerda Galdeano, «no se lleva los residuos a su contenedor, por supuesto, sino a nuestras playas y al mar, de ahí entra en la cadena trófica, se lo comen los peces y nos acabamos envenenando a nosotros mismos».
Galdeano, que es historiador, recuerda que las ramblas han formado parte del paisaje durante siglos, habiendo sido incluso vías de comunicación y, tradicionalmente, han generado un enorme respeto a la población «por lo impredecible de sus riadas, que demuestran que los límites los ponen ellas y no el ser humano con su urbanismo».
Sasi Barroso, otra de las impulsoras de la campaña, recuerda que cuando vino de Madrid allá por los años 80, se encontró en El Parador una peculiar relación de los vecinos con la rambla de La Culebra que el crecimiento y la transformación económica posterior cambió por completo. «Me sorprendió la gestión que hacían de la rambla y cómo incluso había disputas entre los vecinos si no respetaban unas normas que arrastraban desde no se sabe cuánto tiempo», rememora, asegurando que en esa relación «primaba sobre todo el sentido común y siempre se tenía presente que cualquier descuido podría terminar en catástrofe con las lluvias torrenciales».
En aquella época se conservaban los cañaverales, porque eran un recurso muy apreciado; se plantaban chumberas e higueras en los márgenes, y se recogían alcaparras e hinojos. «Eran tan frondosas que las cabras podían pastar prácticamente durante todo el año», comenta.
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Ese respeto y vínculo se ha perdido en el litoral almeriense, aseguran tanto Galdeano como Barroso. «La población ha crecido mucho y la presión que se ejerce por la acumulación de residuos por una falta de gestión real sobre ellos, es hoy en día uno de los mayores problemas medioambientales de la provincia», declara Barroso.
Por ello, desde Ecologistas en Acción defienden que hay otra forma de ver las ramblas que se ha ignorado en las últimas décadas, pero que una mayor conciencia medioambiental está sacando a la luz. «Hay que entenderlas como espacios naturales y paisajes culturales construidos a lo largo de la historia». «Debemos comprender que son canales ecológicos fundamentales en nuestra provincia para comunicar los ecosistemas litorales con los montañosos», advierten.
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En sentido ascendente, las ramblas son canales para insectos, reptiles, pequeños mamíferos y hasta jabalíes, por lo que su papel para fomentar la biodiversidad es clave. Pero también en sentido descendente tienen su papel, ya que cuando baja la rambla lleva consigo semillas o huevos de peces y anfibios.
«Lo natural no es que todo esté construido y que los espacios naturales sean pequeñas islas acorraladas y sin comunicación, sino que lo normal es que todos los espacios naturales tengan sus vías naturales», insiste Juan Miguel Galdeano, que defiende la necesidad de «cambiar la perspectiva». Algo que pasaría, en su opinión por proteger los cauces de las ramblas, impedir que se construya sobre ellas, ya sean invernaderos, naves industriales o viviendas y «por supuesto poco favor hacen soterramientos como el de la Rambla de la Culebra -en Roquetas de Mar- que convierte un cauce natural de agua en una tubería de hormigón».
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Para Ecologistas en Acción el siguiente paso, una vez protegidos los cauces es «cambiar la forma en la que nos relacionamos con las ramblas, especialmente en cómo las gestiona la Administración».
Una gestión que pasa por un mayor control sobre estos cauces, ya que no solo se acumulan residuos en ellas. La llegada de semillas de plantas tropicales de jardines cercanos y la falta de mantenimiento, así como el cambio climático, ha favorecido la invasión de los cauces por parte de plantas exóticas que han desplazado la vegetación autóctona, cuyo papel era muy importante.
«Consideramos de gran interés recuperar las ramblas para acabar con los vertidos de todo tipo y luchar contra los efectos del cambio climático», defiende Sasi Barroso. Esta activista de EA también reclama «contribuir a la recarga de los acuíferos con agua de calidad, ya que la vegetación de las zonas de ribera contribuye a la depuración natural de las aguas de retorno agrícola (nitritos y fosfatos principalmente) y reducen la cantidad de CO2, uno de los gases responsable del calentamiento global del planeta», explicó.
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Las limpiezas que arrasan con todo son peligrosas
Una de las cuestiones sobre las que Ecologistas en Acción insta a cambiar por completo, es lo que llaman «falso concepto» de la limpieza de las ramblas. «En muchas ocasiones no significa retirar los residuos humanos, sino de arrancar toda la vegetación y dejarla arrasada», critica Juan Miguel Galdeano, que además añade que «nos han llegado noticias de que en estas actuaciones lo que se tiene que limpiar de verdad no se limpia y se llega a enterrar la basura en los cauces».
Y es que la vegetación que existe en las ramblas tiene múltiples ventajas, hasta ahora poco apreciadas. Para empezar reduce la velocidad del agua, y por tanto su capacidad de destrucción en caso de gran riada. Estas grandes avenidas de agua suelen generar numerosos problemas por la cantidad de tierra que arrastran y que en caso de estar las ramblas cubiertas por vegetación se reduciría considerablemente por el efecto de sujeción que tienen.
Pero no vale cualquier vegetación, ya que «precisamente este tipo de 'limpiezas' favorecen la llegada de plantas invasoras que a menudo no tienen esas funciones beneficiosas», por lo que desde Ecologistas en Acción se insta a las administraciones a «dejar de meter la pata» en la gestión de las ramblas y se deje asesorar por especialistas.
Sasi Barroso reclama «evitar la restauración con plantas exóticas y aprovechar especies locales como los carrizos, juncos, eneas, tarays, acebuches, algarrobos, higueras, adelfas, retamas o genista, que además de no precisar riego ni tratamientos, ayudan a mantener la biomasa para evitar inundaciones». En este sentido, Barroso defiende también acondicionamientos «no asfaltados» en lugar de los habituales, que contribuyen a bajar la temperatura.
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