Las otras pandemias de Roquetas
La lepra, el paludismo, la viruela, el sarampión o la mal llamada 'fiebre española' han afectado a la población de Roquetas a lo largo de su historia
JULIO VALDIVIA
ROQUETAS DE MAR
Domingo, 17 de mayo 2020, 01:03
Las pandemias han acompañado al ser humano desde el inicio de su existencia, llevándose millones de vidas y transformando cada cierto tiempo las sociedades. La crisis de la Covid-19 no es más que un episodio de los muchos que se han vivido y de los que el municipio de Roquetas de Mar no ha sido ajeno. El historiador Juan Miguel Galdeano repasa para IDEAL algunas de las pandemias que han afectado a Roquetas desde su constitución como municipio separado de Felix, allá por 1777.
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Galdeano cuenta que las pandemias de los últimos dos siglos y medio plantearon algunas cuestiones que todavía hoy, en pleno siglo XXI con la Covid-19, están presentes en el debate, como la adopción de medidas higiénicas, el poder contar con servicios sanitarios adecuados o la necesidad de atender a los que menos tienen y que no disponen de suficientes recursos para afrontar la situación.
«Es falso aquello de que la historia se repite, porque nada ocurre exactamente en las mismas circunstancias ni con la misma tecnología disponible, pero sí es cierto que la historia rima y que nuestros antepasados tuvieron que hacer frente a problemas similares a los del presente», explica este joven historiador.
En los primeros años de andadura del nuevo municipio, apenas una década después de su constitución, llegó la primera crisis epidémica en Roquetas de Mar. El historiador Enrique Silva, en su 'Roquetas de Mar. Apuntes para su Historia', ha recogido información sobre un brote de lepra, conocido en aquella época como el 'mal de San Lázaro', por haberlo sufrido este personaje del Nuevo Testamento.
Las actas capitulares son la documentación oficial que recoge aquella situación, incluso es posible saber el nombre de la primera vecina afectada, Josefa Bulete, que es diagnosticada por el cirujano del pueblo y que fue trasladada a un hospital de Granada en el que el concejo de Roquetas tenía contratadas un par de camas. Aquella mujer contagió a una segunda roquetera, María Gallardo, pero se cree que esta primera pandemia documentada se solucionó rápidamente, puesto que no hay más referencias a ella en la documentación oficial.
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'Fiebres tercianas'
No obstante, aquellos años fueron especialmente graves, y en septiembre de 1786 se difunde la malaria entre los vecinos, también conocida como paludismo o 'fiebres tercianas'. La cantidad de mosquitos existente por las acumulaciones de agua que hay en el municipio, donde los encharcamientos son fáciles dada su escasa pendiente, fue posiblemente la causa de esta enfermedad.
Las 'fiebres tercianas' fueron muy problemáticas en Roquetas y trajeron importantes cambios en aquella época. Fue en aquellos años cuando se decide trasladar el cementerio a su ubicación actual, ya que hasta 1832 el cementerio estuvo ubicado en la iglesia de Nuestra Señora del Rosario y su entorno. Aquellos años había deficiencias en la atención sanitaria, puesto que el cirujano había renunciado por impago de sus honorarios y los vecinos no se fiaban del boticario, otra de las figuras sanitarias importantes en la época. En consecuencia, se inició una recogida de donaciones entre los roqueteros para contratar a uno nuevo.
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La gravedad del problema motivó muestras de solidaridad en aquellos tiempos. El municipio dio dos reales a cada enfermo sin recursos y en 1797 las noticias de la pandemia de las 'fiebres tercianas' de Roquetas llegó a otros lugares cercanos, llegando donaciones desde Granada y pueblos como Laujar, Huércal de Almería o Instinción. Desde la Real Botica de Granada se envió también quinina para tratar la enfermedad y desde la ciudad de Almería se envió un médico y un cirujano. Aquel año Roquetas estuvo a punto de desaparecer ya que se debatió la idea de desalojar el pueblo ante la persistencia de la enfermedad. La intervención de Salvador de Cuenca, que se comprometió a asumir los gastos, frenó el abandono del pueblo.
Las 'fiebres tercianas' de Roquetas de Mar afectaron a la mayor parte de sus habitantes. Según asegura Juan Miguel Galdeano, fueron 1.400 los enfermos y se contabilizaron unos 300 muertos, es decir, que el paludismo tuvo una tasa de mortalidad en el municipio superior al 20%.
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«Durante el siglo XIX, además de las temidas 'fiebres tercianas', debido a la extensión del colonialismo de las potencias europeas por todo el planeta y al movimiento de gran cantidad de civiles y ejércitos entre continentes, las epidemias se hicieron muy frecuentes», explica el historiador roquetero. De este modo, se extendió en 1819 la fiebre amarilla en Roquetas, una enfermedad tropical procedente de América y África que entró en el sur de España a través de la Bahía de Cádiz. En 1829 y 1866 surgen brotes en el pueblo de sarampión y viruela entre los niños, y en 1834 llega el cólera junto al resto de España procedente de La India, volviendo a aparecer en 1855.
Medidas de prevención
El avance de la medicina y la ciencia, introduce a medida que avanza el siglo XIX medidas cada vez más estrictas. Así, aunque con las 'fiebres tercianas' ya se adopta la decisión de limpiar las calles o alejar el cementerio del pueblo, es a finales del XIX cuando se toman precauciones más serias, como desinfectar sumideros y balsas, la limpieza con cal viva, el baldeo de calles, el blanqueo de las casas o la prohibición de la llegada de barcos sin la autorización del alcalde.
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También se introducen en aquella época restricciones como el control del acceso al pueblo y la necesidad contar con una 'carta de sanidad' para llegar al mismo, y se practica el control llamado 'venteo', costumbre de las autoridades para inspeccionar a los marineros y pescadores, exponiéndolos al viento para poder ver signos de infección entre sus ropas sin tener que tocarlos, según cuenta Gabriel José Cara.
Roquetas era ya por entonces un municipio experimentado en la lucha contra las enfermedades infecciosas y, además de extremar los controles a los forasteros y sus mercancías por mar y por tierra, así como la higiene, se disponía de planes para habilitar como centro de atención a enfermos una nave ubicada cerca del Puerto. «Era como un IFEMA (en referencia al hospital de campaña habilitado en el recinto ferial de Madrid en esta crisis de la Covid-19) para atender a la gente que se pusiese enferma», comenta Galdeano.
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En 1884 llegaron noticias de otro brote de cólera procedente de Gibraltar, que finalmente no llegó, pero que hizo tomar medidas de precaución al pueblo. «Se nota en aquella época que ya se consultan periódicos, que las noticias van más rápido y el servicio de carteros ha avanzado», cuenta este historiador.
A principios del siglo XX hubo también otras dos enfermedades contagiosas importantes: la mal llamada 'fiebre española' en 1918 y el tifus abdominal en 1923. En el primer caso se estima que entre octubre y noviembre de aquel año murieron en la provincia 1.400 personas. Algo que se dejó notar en los censos. En Roquetas entre 1910 y 1920 la población pasó de 2.991 vecinos a 2.452, no solo por los fallecimientos, sino también por la emigración, que partía hacia lugares como Argelia, dada la pobreza existente.
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Fueron años en los que pese a las diferencias sociales, «se entendió que estas enfermedades afectan por igual a ricos y pobres y se tomaron decisiones como la limpieza de las casas de los que no tenían recursos o la contratación de personal sanitario por parte del municipio», detalla Juan Miguel Galdeano.
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