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María Carrasco, directora del Colegio Trinidad Martínez, posa para IDEAL en el interior del centro. J. Cortés

María Carrasco Arauz

Directora del Colegio Trinidad Martínez de Aguadulce
«De lo que más orgullosa me siento es por la huella que dejo en el centro»

Roquetas de Mar ·

La maestra, que se jubila en unos días, habla de sus inicios, su labor como directora, generaciones de alumnos y de logros

Javier Cortés

Roquetas de Mar

Domingo, 5 de octubre 2025, 22:02

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María Carrasco Arauz (Córdoba, 1960) es hasta el viernes, 17 de octubre, la directora del Colegio Trinidad Martínez de Aguadulce. Ese día dejará atrás una etapa importantísima en su vida: la enseñanza. Su jubilación le llega después de varios destinos, pero el que más le ha marcado han sido sus más de 20 años como maestra y directora de este centro educativo roquetero. Lo ha visto crecer, llenarse de niños e ilusión, de ampliar el centro y de experiencias que le llenan el corazón. Se despide, emocionada en la entrevista, con lágrimas en los ojos porque «este ha sido mi colegio».

–¿En dónde empezó?

– Empecé en una unidad unitaria que se encontraba en una aldea, en Arroyo de Priego (Iznájar, Córdoba) con cinco niños en 1993. Cuando llegué allí era como una casa de techo de uralita, que no tenía luz, ni teléfono, ni tampoco había agua. Cuando se ponía a llover no veíamos. Venía una de las madres a limpiar la clase con una burra y dos cántaros de agua en el 1993. Los cinco niños eran uno de infantil de 4 años, otro de infantil de 5 años, otro de primero, otro de segundo y una niña de quinto, niños que eran encantadores. Esos fueron mis comienzos. Por aquel entonces, mi madre me decía que renunciase y le dije que no, que era «mi futuro».

–¿Cuáles fueron los siguientes destinos en su trayectoria?

–Al año siguiente me fui a otro colegio que también era una unidad unitaria. Estaba sola allí. Llegaba una monja un día a la semana. Al año siguiente me fui a Zambra (Córdoba). Y aquel centro ya era una especie de colegio, estaba mejor, teníamos teléfono, ya estábamos en la civilización, con agua, con todo.

–¿Cómo surgió la oportunidad de trabajar aquí, en Aguadulce?

–Aunque estudié Magisterio por filología francesa, aprobé mis oposiciones por música. ¿Porqué me fui por música? Mi padre era músico. Y desde muy pequeñita nos inculcó que teníamos que ir al conservatorio. Me acuerdo que mi hermano y yo vivíamos en Córdoba e íbamos allí. Mi padre me dijo de ir al conservatorio a estudiar piano y de estudiar Magisterio. Cuando salió la especialidad de música, tenía bastantes estudios de conservatorio: Solfeo, Armonía, Conjunto Coral, Piano, Violín, Curso de canto, tenía una formación muy buena. Las oposiciones me resultaron fáciles, aprobé y cogí plaza. No tenía puntos para irme a Córdoba capital. lo tenía muy claro. O me iba a pueblos de la zona. Y conocía Roquetas de haber venido con mis padres. Y me dije, «para quedarme aquí metida, voy a pedir Roquetas y si me lo dan, al menos hay sol, veo el horizonte y está el mar». Este destino fue el primer colegio que puse y el primer colegio que me dieron y desde entonces estoy aquí. Llegué por música y me dieron mi tutoría y esos primeros cinco fueron muy bonitos. El colegio, en un principio, era de una línea desde infantil hasta primero y segundo de la ESO, cuando llegué. Me dieron un sexto que era el único sexto. Luego con el paso del tiempo, en julio de 2024 asumí la dirección hasta ahora.

–¿Cuál sería su balance de 21 años de directora del colegio?

–Estoy super orgullosa de mi labor porque cuando cogí la dirección, el colegio no estaba en la circunstancia que está ahora. El colegio ha ido evolucionando, expandiéndose y mejorando. Tenemos aire acondicionado en todas las clases. El edificio de infantil no existía, que era un aparcamiento. Ha sido a base de mucho esfuerzo, de mucho gestionar, de mucho pedir colaboración, sobretodo con el Ayuntamiento. El Ayuntamiento me ha apoyado mucho. Me ha respaldado y ha colaborado conmigo incondicionalmente.

–¿Se imaginaba su futuro así?

–Antes de llegar al Trinidad Martínez, estuve cinco años fuera en tres colegios diferentes. Aquellos fueron colegios de paso. Mi colegio es el Trinidad Martínez, que llegué aquí en 1998 con 37 años y no me podía imaginar que me iba a terminar jubilándome aquí.

El colegio forma parte de mí. Lo más orgullosa que me pueda sentir o de las cosas que pueda dejar, es la huella que he dejado, donde una está, porque si salimos a los pasillos, vamos a ver que estoy en todas las orlas puestas, 21 años, 21 generaciones de niños de sexto que sale, estoy ahí.

–¿Qué diferencia hay entre la generación de alumnos de ahora con respecto a los de su inicio como maestra?

–Depende mucho de las zonas y de los sitios. No es lo mismo un niño de una capital que un niño de un pueblo. Pero antes se veía que tú a un niño le regañabas y venía el padre y le regañaba más todavía y si no hacías las cosas, «ahora se va enterar este». Me acuerdo que el cura, el maestro y el médico era una figura. Depende de los sitios. Eso ha ido evolucionando, no sé ya las circunstancias que habrá en esos sitios, pero es verdad depende mucho de la familia. Hay familia que le está regañando al niño y hay familias que te cuestionan. Los niños son los mismos. Siempre nos vamos a encontrar niños que son más inquietos, siempre está el nervioso, el que se queda un poco atrasado. Pero los niños son transparentes. De hecho, con lo más bonito que uno puede relacionarse con un niño. Y te quieren incondicionalmente.

–¿Qué cree que deja de su esencia como directora en el 'cole'?

–He creado en este colegio una línea de trabajo firme y seria, en el que se cumple la norma, eso no quiere decir que uno no escuche, pero que si te tengo que decir no, es que no. La gente sabe cómo se funciona aquí y está muy contenta. Soy una persona clara en ese aspecto, totalmente transparente. Porque la persona que no es transparente, fracasa. A ti si te digo algo, ten por seguro, que lo que te digo lo voy a mantener. Porque es así. Y lo que le diga a otra persona, no voy a contradecirle a lo tuyo. Es la única manera de poder persistir y poder permanecer, si no se te cae todo encima.

–¿Qué proyecto tiene para su jubilación?

–Me gustaría leer muchos libros y viajar. Ahora mismo tengo que esperar a que mi marido se jubile, que él quiere seguir en activo. Aunque realmente, no tengo nada planificado, está todo por hacer.

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«De lo que más orgullosa me siento es por la huella que dejo en el centro»