La red de contrabando detectada en Roquetas de vendía tabaco nocivo

Los miembros de la banda, una de las más grandes de Europa y desmantelada por la Guardia Civil, no fumaban su mercancía y se jactaban de su sabor "raro" y mal olor

f. g.

Viernes, 31 de marzo 2017, 09:42

Una investigación de la Guardia Civil iniciada en la provincia de Almería ha permitido desmantelar una de las mayores redes de contrabando de tabaco en Europa. En el transcurso del dispositivo, bautizado como Mangalica y dirigido por el Juzgado de Instrucción número 1 de Roquetas de Mar, se ha incautado más de un millón y medio de cajetillas de tabaco valoradas en 6 millones de euros.

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La Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, la Policía Judicial de la Comandancia de Almería y las policías búlgara y rumana, han coordinado una operación que finalmente se ha saldado con un total de 42 personas detenidas, una treintena en España. Según informaron ayer fuentes de la Guardia Civil a este periódico, en la provincia de Almería se han detenido a nueve personas, todos miembros de una organización internacional dedicada al contrabando de marcas blancas de tabaco, de los que cuatro han ingresado en prisión. También se han realizado nueve registros y se han intervenido una docena de vehículos.

La operación se inició en Roquetas de Mar en mayo de 2016 aunque también ha habido detenidos en Almería capital, Vélez-Málaga (Málaga), Utrera (Sevilla), Motril (Granada) y Solsona (Lleida).

La organización estaba liderada por ciudadanos rumanos, de hecho once de los detenidos son de esta nacionalidad y búlgaros (un detenido) al tiempo que estaba dirigida en España por un lugarteniente que actuaba como enlace y jefe de operaciones. Los investigadores destacaron ayer el peligro para la salud pública que supone el consumo de este tipo de producto al margen de los cauces legales.

«Ninguno de los detenidos fumaba el tabaco que comercializaban», según destacó ayer en rueda de prensa el comandante jefe de Delincuencia Económica de la Unidad Central Operativa (UCO). En las conversaciones intervenidas se jactaban de que el tabaco de contrabando «tenía un sabor raro y el olía mal». Concretamente, comercializaron 32 marcas, entre ellas tabaco falsificado proveniente de China.

Sin pagar los correspondientes impuestos que el tabaco soporta en nuestro país, con una fiscalidad más alta que en los territorios donde se fabricaba, la red ahora desmantelada contaba con una estructura en Andalucía para la distribución de las cajetillas en domicilios particulares, bazares, locutorios y otras tiendas, muchas de ellas regentadas por árabes y chinos, muchos de ellos ubicados en territorio almeriense, donde también residían los principales cabecillas de la trama fraudulenta.

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Beneficio para la red

Era en los locales como bazares donde el consumidor adquiría las cajetillas por entre 2,5 y 3 euros cada una. Los investigadores calculan que la ganancia del intermediario por cada cajetilla era de medio euro y la del distribuidor de entre 1 y 1,5 euros.

Para dar idea de esos beneficios, el comandante del Grupo de Delincuencia Económica de la UCO explicó ayer que una determinada cantidad de contenedores se podía adquirir en origen por entre 130.000 y 200.000 euros y ya en el mercado el valor se elevaba a los 1,5 millones.

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Los investigación ha puesto de manifiesto no sólo la competencia desleal con los productores y distribuidores legales, sino también el perjuicio para la salud del consumo de un tabaco falsificado muchas veces por parte de la organización.

Según las pesquisas, la red estaba liderada por rumanos y búlgaros, que contaban con una infraestructura de transporte tan potente que, incluso, otras organizaciones criminales hacían uso de ella para su actividad delictiva. Desde Rumanía y por carretera llegaba el tabaco camuflado con otras mercancías a España, donde un segundo escalón de la red, despegado en casi toda Andalucía, contaba con una estructura que hacía acopio del tabaco para su posterior distribución a un tercer nivel.

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Este tercer escalón estaba formado por personas que vendían a los consumidores desde sus domicilios y por los dueños de bazares, locutorios y otros establecimientos que disponían de coches aparcados en las proximidades de la tienda y cuando llegaba el cliente salían a abrir los vehículos y le vendían el tabaco.

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