JULIO VALDIVIA
Sábado, 30 de julio 2016, 22:06
Este mes de julio el Aquarium de Roquetas ha cumplido su primera década de vida. Han sido 10 años de esplendor, en los que este centro se ha convertido en uno de los referentes andaluces en la materia, pero también de dificultades, que llegaron a hacer peligrar su continuidad en los momentos más difíciles. Ahora, con un sector turístico que bate récords de visitantes, el Aquarium de Roquetas parece haberse consolidado y mira al futuro con esperanza, aunque sigue echando en falta más apoyo institucional, como el que tienen casi todas las instalaciones de estas características en España.
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Enrique Fernández, su director, recordaba esta semana con IDEAL los comienzos de un proyecto que arrancó cinco años antes de la inauguración. Profesional especialista en acuariofilia, Fernández se animó con la idea tras montar en el polígono industrial de Roquetas un gran vivero de langostas para el que tuvo que aprender mucho sobre instalaciones de grandes volúmenes de agua. «Fue entonces cuando se me ocurrió la idea de un gran acuario para Almería y que inicialmente pensé que podría ir ubicado en el Cable Inglés, haciéndolo a la inversa, es decir, que fueran las personas las que se adentraran en el fondo del mar, aprovechando los pilares que tiene bajo el agua, pero fue imposible con los políticos de entonces», cuenta el padre de la iniciativa.
Fernández no tiró la toalla y se rodeó de un equipo multidisciplinar expertos en diferentes campos, entre los que se encontraba el arquitecto Francisco Javier de Carranza y el entonces presidente de la asociación de comerciantes, Filiberto Leal, para presentar la idea al alcalde de Roquetas, Gabriel Amat, una vez descartada la opción de la capital. A Amat no sólo le gustó la idea, sino que ya estaba pensando en su conveniencia para Roquetas, tras visitar poco antes el acuario de Barcelona. Era un momento de gran crecimiento urbanístico y, según cuenta Fernández, sobre la mesa del alcalde roquetero había numerosos proyectos de todo tipo, desde un parque de atracciones hasta un gran jardín botánico cubierto, pero los expertos consultados en aquellos momentos por el Consistorio, vieron más viable el Aquarium y desde el Ayuntamiento se decidió apoyar la iniciativa con una concesión de los terrenos durante 50 años.
Llegó en ese momento lo más difícil, la búsqueda de financiación. Finalmente, en torno a la idea se configuró una sociedad participada por empresas vinculadas al municipio, desde una cadena hotelera, pasando por una constructora y una entidad bancaria, que se lanzaron a impulsar el que iba a ser el mayor acuario de Andalucía.
El proyecto inicial iba a ser vertical, de varias plantas, similar a la idea del de Lisboa. Era un diseño ideal para la ubicación elegida inicialmente, en lo que hoy son los aparcamientos del Teatro Auditorio de Roquetas. Aquel emplazamiento estaba cerca de todo, desde el centro comercial a las redes de transporte público y se diseñó un proyecto más grande que el que finalmente se hizo. Pero antes de comenzar su construcción, el Ayuntamiento decidió cambiar la ubicación, ante la falta de aparcamientos del Auditorio, y apostó por un solar ubicado junto al parque acuático, que además serviría para apuntalar el desarrollo urbanístico de Las Salinas.
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Con la nueva ubicación «éramos conscientes de que íbamos a pasar 2 o 3 años dificultosos porque no era ese el mejor sitio, pero estábamos convencidos de que se iba a desarrollar la zona», cuenta su director. El cambio de emplazamiento obligó a cambiar el concepto y hacer un proyecto más modesto conscientes de la penalización de la ubicación. Aunque los volúmenes de agua no cambiaron, el centro creció de forma horizontal en lugar de vertical. Su construcción costó 4,5 millones de euros, menos de la mitad que el de Gijón, de un tamaño similar y abierto apenas unos días antes que aquel mes de julio de 2006 en el que se inaugura el de Roquetas.
El Aquarium de Roquetas funcionó los primeros años «mejor de lo esperado». En el municipio se movía mucho turismo y sus cuentas siempre han estado vinculadas a la ocupación hotelera, y además, en España había alegría a la hora de gastar. Pero la situación se complicó a partir de 2008, «entonces detectamos un cambio brusco» y los turistas empiezan a descender y el gasto familiar se recorta de golpe.
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Subida del IVA
La puntilla llegaría en 2011, cuando no sólo se sube el IVA al 21 por ciento, sino que se elimina el cultural, pasando del 8 al 21%. Ese año, el Aquarium pasa de tener más de 100.000 visitantes anuales, considerada una cifra adecuada para mantener su equilibrio, a recibir apenas 35.000. Comienzan los recortes de plantilla, pasando su personal de 16 personas a sólo 6 y se reduce todo gasto de forma dramática. A pesar de ello, la situación del centro llega a peligrar de forma alarmante, cuando la empresa ni siquiera tiene capacidad para afrontar el pago de los recibos de luz.
Fernández recuerda la dureza de esos años, en los que se llegó a plantear la posibilidad de intentar encontrar un hogar en otros centros similares a sus animales o incluso sacrificarlos, al no poder ser devueltos al mar, lo que movilizó a cientos de personas de toda España. Pese a los muchos encuentros políticos para analizar su situación y ver la forma de salvarlo, finalmente el Aquarium siguió abierto gracias al esfuerzo de sus propietarios.
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La situación ha mejorado desde que el año pasado se empezara a notar la llegada de más visitantes al municipio, y aunque Enrique Fernández evita decir que el acuario se ha salvado, sí es más optimista de cara al futuro. «Ahora mismo tenemos un momento de equilibrio e incluso de tímidas ganancias con las que esperamos compensar en unos 6 años las pérdidas de este tiempo», reconoce.
Planes de futuro
Con su primera década de vida, el Aquarium de Roquetas ya empieza a tener achaques y una de las cosas que se quieren hacer si la situación económica lo permite, es ir actualizando algunas de sus instalaciones, e incluso añadir nuevos atractivos para mantener el interés de aquellos que ya lo conocen. Entre esos planes está el de dar uso a los 500 metros cuadrados de una primera planta que se dejó diáfana y que en principio se iban a destinar al Aula del Mar del Ayuntamiento de Roquetas, pero que la teniente de alcalde, Eloísa Cabrera, decidió trasladar al antiguo edificio del INEM donde finalmente se instaló.
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Otra de las reformas pendientes, según reconocía a IDEAL su director, es la fachada del edificio. «El exterior es demasiado austero y no refleja lo que tenemos en el interior», dijo tras asegurar que se espera acometer su reforma en cuanto sea posible.
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