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Biodiversidad que genera la antigua acequia sobre la Rambla de las Hortichuelas. JUANMI GALDEANO
Las Hortichuelas que fueron

Las Hortichuelas que fueron

Historia ·

Al norte de El Parador se encuentran Las Hortichuelas, una cortijada de

JUANMI GALDEANO

ROQUETAS DE MAR

Miércoles, 9 de diciembre 2020, 07:56

Seguramente se hayan dado cuenta de que, con esto de los confinamientos, los desconfinamientos y la repentina afición de muchos por el deporte y el senderismo, estamos descubriendo paraísos a la vuelta de la esquina. Y es bastante posible que, subiendo por la Rambla de las Hortichuelas, más de uno se haya encontrado con un extraño río en medio de la nada y alrededor del cual florece una biodiversidad complicada de ver por estos lares.

¿Y si les dijera que ese curso de agua es una antigua acequia heredera de uno de los pocos sistemas de regadío del Poniente Almeriense? ¿Y si, para colmo, hablásemos de una zona en explotación desde la Edad Media? Pues vamos a intentar explicarlo, y empezaremos mirando al tercer núcleo más poblado del municipio: el Parador de las Hortichuelas.

Otro día podemos hablar sobre la historia de Colonización en El Parador, pero hoy diremos solamente que toma el nombre de, efectivamente, un venta donde se detenían los viajeros junto a la N-340. Y ese Parador tiene un apellido, que a su vez hacía referencia a una zona ubicada al norte: Las Hortichuelas. ¿Qué eran esas Hortichuelas y dónde estaban?

Unas «hortichuelas» hacen referencia a unas huertas, seguramente de pequeñas dimensiones; espacios en las que, como es tradicional, se mezclan cultivos de verduras, leguminosas y árboles frutales. Además, no se nos puede olvidar un factor: son de regadío. ¿Regadío, es decir, agua en el seco Campo de Dalías? Más sorprendente es aún si adelantamos que estamos hablando de unas huertas, unos cortijos y una infraestructura hidráulica de origen medieval. Unas Hortichuelas que se encontraban al norte del actual Parador, junto a la rambla a la que dan nombre, la de las Hortichuelas, y cuya ubicación podemos detallar mejor en uno de los mapas que acompañan a este texto.

El origen de estas Hortichuelas lo tenemos en uno de esos marchales que poblaban los alrededores de Felix, Enix y Vícar en época nazarí y castellana. Un marchal no es ni más ni menos que una cortijada en torno una fuente o manantial de agua y con una serie de cultivos asociados. En este caso hablamos del Marchal de la Húgila o de la Hortachuela, tal y como viene recogido en el Apeo de la Taha de Felix de 1571, según nos indica Gabriel José Cara Rodríguez. Además, este marchal contaría con precedente, Los Castillejos, un poblado andalusí en funcionamiento entre el siglo XII y el XIV y que también habría explotado el agua y la tierra de esta zona.

Ese sistema de regadío de Las Hortichuelas se habría mantenido desde el siglo XV hasta la actualidad. Vayamos entrando ya en el propio territorio, en los pormenores de la zona. Este microcosmos hídrico, tan complejo hasta el punto de distinguir entre Hortichuelas Altas y Hortichuelas Bajas, fue descrito por Lorenzo Cara Barrionuevo y Jorge Cara Rodríguez en su artículo 'El poblamiento andalusí en el Campo de Dalías oriental (Almería)' en 1991, en el estado que presentaba ya en el siglo XX.

Aparece indicado el Cortijo Nuevo de las Hortichuelas junto a sus dos balsas y el pozo, indicado con una estrella (1). Las acequias, que se dirigen a la alberca trapezoidal, aparecen señaladas con flechas negras, mientras que el arroyo (antigua acequia) por el cauce de la rambla aparece en líneas discontinuas azules. Al final de ese tramo encontramos el segundo nacimiento de agua, con otra estrella (2). R. I.

Empezando por las Altas, junto al conocido como Cortijo Nuevo de las Hortichuelas existía un pozo del que se elevaba agua a través de una noria y que alimentaba dos balsas. A través de una acequia subterránea el agua llegaba a otra alberca trapezoidal, más alejada de estas dos, de la que partían a su vez otras dos acequias: una hacia el oeste, que regaba todas las parcelas situadas al sur de la alberca, y otra hacia el este, que discurría rambla abajo sobre el propio cauce.

Llegaba así a las Hortichuelas Bajas, cerca de las cuales encontramos un segundo nacimiento de agua. La acequia vertía sus aguas en una gran balsa, en cuyas inmediaciones se encontraba otro cortijo y numerosos bancales siguiendo rambla abajo. De ahí surgían varios ramales de acequias, desembocando el principal de ellos en ese parador, que no es ni más ni menos que la Venta Carmona, hoy reconvertida en restaurante.

Pero como decíamos, Cara Barrionuevo y Cara Rodríguez publicaron estas investigaciones en 1991, fechas de las que ya han transcurrido nada menos que 30 años, que se dice pronto. ¿Qué queda de todo eso? La duda la podemos resolver fácilmente acudiendo a Google Maps o sobre el propio terreno, tal y como hemos hecho. Comprobaremos que, desgraciadamente, todo el sistema de las Hortichuelas Bajas ya no existe. Se encontraba en la zona de acceso a la autovía y del edificio Carrida (con el conocido Wok).

Sin embargo, las Hortichuelas Altas se siguen conservando. Aunque varias parcelas han sido abandonadas y otras reconvertidas en invernaderos, el sistema de dos balsas, alberca trapezoidal y curso de agua se sigue conservando. Gracias, por supuesto, al buen hacer de los propietarios, que mantienen un sistema de regadío ancestral de herencia morisca. Tanto es así que, a pesar de que esa acequia sobre la rambla ya no nutre la balsa de las Hortichuelas Bajas (también desaparecida), en su cauce encontramos una flora y una fauna propias de un río permanente. Un vergel desconocido para la mayor parte de la población, pero que representa un ecosistema de ribera muy escaso en la comarca y único en Roquetas de Mar.

Hablamos, en definitiva, de un paisaje cultural formado por un sustrato natural que ha ido moldeando el ser humano a lo largo de los siglos y que hoy ha recuperado la naturaleza en una explosión de biodiversidad. Se trata de un patrimonio, por supuesto, sin proteger como casi todo el patrimonio del municipio, mantenido por la buena voluntad de sus dueños y no por el cariño de nuestras administraciones públicas.

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