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Nacho Alemany (IU): Orgulloso de mi barrio, avergonzado de los que nos gobiernan

Nacho Alemany (IU): Orgulloso de mi barrio, avergonzado de los que nos gobiernan

Vivo en un barrio obrero, repleto de diferentes nacionalidades y culturas. Criar a mi hijo en un ambiente así, me parece excelente para que en un futuro sea un hombre que sepa respetar para ser respetado.

Julio Valdivia

Martes, 10 de mayo 2016, 12:27

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La gran diversidad de etnias y culturas no puede más que enriquecernos. Lejos de lo que muchos piensan, yo paseo por mi barrio y veo como todos y todas se relacionan y llevan bien. Veo niños marroquíes, africanos, rumanos, españoles... jugando y riendo juntos con un balón hecho polvo, mientras sus padres y madres los observan y dialogan entre ellos, sin tener en cuenta de donde viene cada uno. Es un ejemplo de convivencia, en un país donde muchos dicen no ser racistas y cada día demuestran lo contrario.

El problema surge cuando llega una situación como la que vivimos de crisis y desempleo. Hay muchísimo tiempo libre y mucha necesidad de ganar dinero para poder dar de comer a esos niños y niñas que juegan en la plaza, ajenos a la realidad.

Es cierto que algunos son muy descuidados y poco limpios. Es cierto que algunos, como en todos lados, no van con buenas intenciones. Lo que pasa aquí es que convivimos un gran porcentaje de la población roquetera y a día de hoy casi todos en paro. Cada uno se busca la vida como puede (o como le hacen que se la busque), unos recogen chatarra, otros registran contenedores, algunos venderán drogas, otras se prostituirán ( seguramente, obligadas y/o amenazadas)...

El barrio, por las noches, cada día es más inseguro. Pero nuestro alcalde dice que hay mucho control policial. No puedo decir que no, es cierto. Anoche mismo y muchas noches, ponen tantos controles que parece un estado policial. Pero estos controles no los ponen donde debieran, ni paran a los que ellos mismos saben quienes son los que convierten al barrio en lo que le da la fama. La prostitución cada día esta más presente en nuestras calles (en los Melilleros no se puede ni pasar), ya no solo de noche, también de día. Las prostitutas y los proxenetas ocupan calles enteras, pero el control policial lo ponen en la esquina del colegio Al-Bayyana, donde no pasa nada ni nadie. Paran a todo el que pasa, lo registran de arriba a abajo y a molestar un poco, nada más. Las mafias se van apoderando del barrio, convirtiéndolo en un gueto cada vez menos habitable.

En la plaza y alrededores se maneja menudeo de drogas y muchas veces se producen altercados, pero el control te lo ponen camino del cementerio, y en la plaza que sigan a lo suyo.

Luego esta el tema de la dejadez del barrio. Puede que la conducta de algunos sea poco cívica, pero el barrio está olvidado. Las calles sucísimas, contenedores muy viejos y que rara vez se limpian o reponen por nuevos, más buenos y grandes (no olvidemos la cantidad de gente que aquí vive). Y qué decir de los pisos, cada día más viejos y con más peligro de derrumbamiento, bajantes rotas y aguas fecales que inundan aceras con un olor muy desagradable (ya os podéis imaginar) aumentado por las altas temperaturas. Olor que esos niños/as, que juegan en la calle, inhalan en sus pequeños pulmones, y aguas fecales que inundan aceras, donde cae ese balón tan viejo que comparten.

Quiero seguir en este barrio y que mi hijo crezca en él, pero necesitamos sentirnos parte de Roquetas (que lo somos), aunque nuestro alcalde se empeñe en excluirnos de su Roquetas, ideada para él y sus aficiones.

 

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